Francisco Javier Pirela, nació en Maracaibo en 1770, fue Subteniente de la milicia de pardos
El mulato Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo. Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las tripulaciones de los corsarios, debían “…embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la República…”, según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey.

Gracias a su confesión, que puso al Gobernador en cuenta de todo, en lugar de condenársele a muerte, como se quiso al principio, le sentenciaron a diez años de cárcel en el Castillo de La Habana. A los demás comprometidos se les envió a diversos destinos. La sentencia de Madrid mandaba dar «las gracias a todo el pueblo noble de Maracaibo». ¡Cinismo! El historiador Ciro Nava afirma que Pirela fue condenado a muerte el 30 de junio de 1800.
Insurrección de Juan Francisco León:

El pueblo amotinado marchó sobre Caracas, con el propio Juan Francisco León a la cabeza, originándose un verdadero movimiento de masas de interesante repercusión. Con gente de Caucagua, Guatire, Guarenas, El Guapo y otras comarcas se juntaron unos 800 hombres entre esclavos, indios y canarios.

Después de varios meses, como no se le cumplen las promesas, Juan Francisco arremete nuevamente contra la capital (1º de agosto), pero esta vez con más de ocho mil hombres. De allí se dirige León hasta La Guaira en busca del Gobernador, y éste, ante la imponente demostración de poder popular, fingió hacer salir de Macuto y Puerto Cabello a los funcionarios de la Compañía.
En noviembre de ese mismo año de 1749 llega el nuevo Gobernador, Julián de Arriaga, quien hace las paces con León y ordena un indulto general. León esboza su programa de política económica, que puede resumirse en estos puntos:
Fluctuación de precios de acuerdo con la oferta y la demanda. * Libertad para transportar el cacao hasta cualquiera de los puertos. * Eliminación del intermediario. * Libertad de comercio. * Que no se restrinja más el tabaco. * Indemnización de daños causados por la Compañía.
Removido Arriaga, llega Felipe Ricardos aplicando medidas crueles y brutales, desconociendo hasta el indulto concedido por su antecesor. Irritado en extremo, León decidió irse a las armas y hacerle frente al Gobernador. No pudiendo combatir contra un ejército veterano, dispersó su gente y se dedicó a huir por los montes, ríos y sabanas, durante seis meses, hasta que cansado y hostigado por el gobierno, tuvo que rendirse. El 9 de febrero de 1752 prestó declaración y fue remitido preso a España, junto con su hijo Nicolás. El precio de la libertad sería la participación obligada en las campañas militares de España en sus colonias africanas.
La casa de Juan Francisco León fue destruida y sembrada de sal. La pena que le fue impuesta no la cumplió, porque murió en Cádiz el 2 de agosto de 1752. Pero muy poco tiempo después fueron encontradas válidas sus pretensiones, y la Compañía Guipuzcoana fue eliminada.